Al escucharlo sin pensarlo mucho, puede resultar chocante, inapropiado o poco práctico. Pero, ¿y si nos paramos a pensarlo un poco" 

En algunos de los mejores hoteles encontramos la bañera en medio de la habitación, pero ¿por qué no tomar esa idea y trasladarla a nuestras casas" 

El momento del baño es pura relajación, algo que consigue (aunque en menor medida) también la ducha, pero la sensación que tenemos al salir de uno u otra es distinta.

La ducha tiene un efecto energético, perfecta para ponernos las pilas por la mañana ¡y salir a comerse el mundo! Pero cuando nos damos un baño precisamente no queremos saber nada del mundo, en ese momento nuestro mundo llega hasta donde llega la luz de las velas (porque sí, porque un baño hay que dárselo con velas y si no ¡no es un baño ni nada!)
Quedarse allí, refugiado por el agua caliente, oliendo el perfume de nuestro gel (que nos encanta, para eso lo hemos elegido nosotros), el juego de luces de las velas reflejadas en la porcelana blanca y en nuestro cuerpo mojado y brillante, introduciendo la cabeza hasta tapar los oídos... y el silencio. Ese momento en el que únicamente escuchas tu pulso... ahhh maravilloso! 

Y al salir,  sentirse relajaaaados, nuestra tensión ha bajado, el cuerpo nos pesa (probablemente porque la circulación con el agua tan caliente se nos haya cortado un poquito), secarnos sin prisas, ya no hay nada más que hacer por hoy... "Hasta maña...