Hola ¿qué tal", ya estamos en diciembre!

Admito que esta época del año me fascina, siempre he sido muy PRO-NAVIDEÑA, me encanta observar como todo a mi alrededor se trasforma de alguna manera, incluida yo misma... Las personas que te rodean hacen un esfuerzo por sacar lo mejor de su interior y mirar a los demás con ojos renovados y generosos, la casa se viste de fiesta y un espacio ya cálido de por sí, adquiere unos tintes mágicos que hacen que te sientas realmente protegida y arropada... 
La familia, la comida, los regalos, la ilusión de un nuevo comienzo, los viajes a otros lugares, la repetición de patrones que son "SOPA DE POLLO PARA EL ALMA"... Todo forma parte de un complejo entramado de sutiles cambios que se perciben en el aire que respiramos...
También hay una parte de la Navidad que me abruma...

Cuando llega diciembre, no dejo de pensar en como hacer para salir airosa del trance... Los múltiples eventos donde se sonríe a personas que no se conoce (que dicho así, no tiene porque tener nada de malo) y habla sin parar de cosas que nunca debería haber dicho (esto último merece un análisis aparte), el desmesurado consumismo (me temo que la Navidad llegará a comenzar en agosto), los que no están...

Aún así, las cosas buenas siempre superan con creces a las que no lo son tanto... Y la Navidad, sigue siendo para mí como un bálsamo aromático, una recarga de energías positivas que me acerca hacia la puerta entrea...